Publicado en la Prensa 28 enero 2023
El otro día estaba conversando con mi hijo y me preguntó por qué no teníamos un auto similar al carro que tienen los padres de uno de sus amigos. Le expliqué que a mí personalmente no me gusta ese auto, pero aunque me gustara, nuestra familia no tiene los recursos financieros necesarios para realmente comprarlo (o en inglés “afford”).
Me respondió, “Papá, ¿tú no tienes el dinero para comprar eso?” Le contesté, “Sí, técnicamente puedo ir al banco, darles un abono, sacar un préstamo y pagar la letra mensual de la compra. Pero si hago eso, para pagar el abono tendría que utilizar parte de los dineros que tengo separados en cuentas de inversión para tu educación universitaria y también nuestra jubilación. No solo esto, para pagar la letra de esta deuda, tendría que aportar menos mensualmente a dichas cuentas de inversión y no estoy dispuesto a hacer eso. Tener el dinero para pagar algo no significa que realmente lo puedes comprar.”
Le expliqué que para poder realmente comprar algo responsablemente, uno primero debería tener por lo menos seis meses de gastos de vida ahorrados en el banco (un “fondo de emergencias”) y también debería estar ahorrando/invirtiendo los dineros necesarios para pagar sus metas financieras importantes en el futuro.
Todos hemos estado allí. Ese viaje de tus sueños, el último iPhone o la cartera de diseñador que siempre has querido. Pero como mencioné arriba, solo porque podemos pagarlo, no significa que realmente deberíamos comprarlo. Entonces, ¿por qué lo hacemos? ¿Por qué compramos cosas que no podemos “afford”?
Bueno, en primer lugar, es fácil. Las tarjetas de crédito hacen que sea sencillo comprar ahora y pagar más tarde, y con tantas empresas que ofrecen opciones de financiamiento, es demasiado fácil caer en la trampa de vivir más allá de nuestra realidad financiera.
Además, la presión social/financiera que existe en Panamá es poderosa. Vemos a nuestros amigos y familiares comprando lo último y lo mejor, y no queremos quedarnos atrás. Pero la verdad es que solo porque ellos puedan comprar algo, no significa que nosotros también.
Pero cómo mencioné arriba, la razón principal es que comprar cosas que no podemos “afford” tiene impactos negativos financieros graves, no solo a corto plazo, sino también para nuestros objetivos a largo plazo.
En primer lugar, te puede llevar a vivir sobreendeudado y con estrés. Claro, ese auto nuevo puede hacernos sentir bien por un tiempo, pero cuando empiecen a llegar las letras mensuales del banco, puede convertirse rápidamente en una pesadilla. Y no olvidemos los cargos por intereses. Estos costos adicionales pueden sumar rápidamente y terminan costándonos mucho más de lo que imaginamos.
Y luego está el impacto en nuestros objetivos a largo plazo. Cuando gastamos dinero en cosas que realmente no deberíamos comprar, no estamos guardando para el futuro. Y eso significa que estamos sembrando las semillas de problemas financieros más adelante.
Pero hay formas de arreglar este problema. En primer lugar, puedes calcular cuánto dinero necesitas ahorrar mensualmente para tus metas financieras y separar este monto cuando recibas tus ingresos. De esta manera estarás asegurando que tendrás los ahorros para tu futuro y el monto que te queda es lo que realmente puedes gastar durante el mes. Si después de haber hecho esto, te das cuenta de que no puedes comprar algo que quieres, desarrolla un plan para generar los ingresos adicionales que te permitirán comprar responsablemente.
Otra cosa que puedes hacer es hacer un presupuesto y seguirlo. Esto significa establecer límites en tus gastos y ser consciente de dónde está yendo tu dinero. Y finalmente, y lo más importante, puedes aprender a estar contento con lo que tienes y no sentir siempre la necesidad de seguir el ritmo de los demás.
Es importante tener en cuenta que en ningún momento estoy diciendo que si realmente puedes permitirte algo, no debes comprarlo. Si tienes los medios para comprar algo y esto se alinea con tus metas financieras y presupuesto, ¡entonces adelante! Lo importante es asegurarte de ser consciente de tus gastos y no sobreestimar tus finanzas.
Entonces, la próxima vez que estés tentado a comprar algo, pregúntate a ti mismo “¿Realmente puedo comprar esto?” Tu cuenta bancaria y tu futuro te lo agradecerán.