Dolor “postergado” para decidir

En mi último artículo expliqué que el ser humano no suele hacer las cosas que sabe que debería hacer porque nuestros cerebros están programados para hacer las actividades que nos dan placer y para evitar las actividades que nos incomodan y/o las que nos causan dolor.

Escribí, “Si algo te da placer, lo haces; si algo te incomoda o te causa dolor, lo evitas. Y esto no es una decisión que tomas a nivel consciente, sino es un mecanismo de defensa que el ser humano desarrolló a través de centenares de miles de años para poder sobrevivir como raza. Ahora vemos una de las razones principales por la cual no comemos bien. Es porque muchísimas de las comidas que saben riquísimas, a la vez, son malas para nuestro organismo. En otras palabras, nos dan placer instantáneo pero el dolor es postergado (enfermedades y problemas médicos que no sentiremos hasta un futuro lejano)”.

En este artículo quisiera profundizar un poco más en el tema del dolor “postergado” y enseñarte cómo puedes usar este futuro dolor para tomar mejores decisiones hoy en día.

El problema con la forma en que funciona nuestro cerebro es que, ante la decisión de tener placer instantáneo o dolor “postergado”, el cerebro primitivo siempre elegirá el placer. Si quieres romper este instinto natural con el fin de tomar mejores decisiones (por ejemplo de pedir una ensalada en vez de una pizza o de ahorrar tu décimo para tu jubilación versus gastártelo en caprichos) lo que tienes que hacer es traer el dolor “postergado” del futuro al presente con el fin de sentirlo. Sólo en ese momento puedes tomar una decisión basada en una comparación de manzanas a manzanas.

Para que esta estrategia te funcione, es muy importante que sientas el dolor “postergado” y que no sólo pienses en él.  

Por ejemplo, tengo un cliente de 52 años que no avanzaba con la preparación de su testamento. Cada vez que le coordinábamos una reunión con sus abogados para avanzar con el documento, encontraba una excusa y no asistía a la reunión. Al principio pensé que era porque estaba muy ocupado, pero después de la séptima cancelación me di cuenta que algo más estaba sucediendo.

Para esta persona, como la gran mayoría de las personas del occidente, la muerte es un tabú. No se habla de morir. No se piensa en morir. Nos cuesta hablar de la muerte. El cerebro de mi cliente estaba eligiendo el placer instantáneo de no pensar en un tema incómodo. El problema es que, en este caso en particular, la falta de un testamento bien hecho causaría un problema enorme para su familia.

¿Cómo logré que mi cliente se reuniera con los abogados para inscribir su testamento? Coordiné una reunión con él y le expliqué este mecanismo de defensa que utiliza nuestro cerebro y le hice SENTIR el dolor “postergado”. Le pedí que cerrara sus ojos y que visualizará un escenario en 5 a 10 años en el cual algo le pasara a él y cómo sería esa situación. A continuación nuestra conversación:

Yo: “¿Qué está pasando con tus hijos?”

Él: “Están peleándose por mis negocios y mis bienes.”

Yo: “¿Cómo eso te hace sentir?”

Él: “Triste. Decepcionado. Culpable.”

Yo: “¿Por qué?”

Él: “Porque pude haber hecho algo para que esto no pasara. Pude haberme organizado

mejor.”

Yo: “¿Y tu esposa?”

Él: “En el medio de todo, viendo a sus hijos matándose uno al otro.”

Yo: “¿Cómo eso te hace sentir?”

Él: “Horrible”.

En ese momento, cuando vi que mi cliente había sentido, emocionalmente y físicamente, el futuro dolor le pedí que dejara de visualizar ese escenario y que visualizara otro: el escenario en el cual había hecho su testamento y organizado todo sus otros asuntos:

Yo: “¿Qué está pasando con tus hijos?”

Él: “Están tristes, pero unidos. ”

Yo: “¿Cómo eso te hace sentir?”

Él: “Tranquilo.”

Yo: “¿Por qué?”

Él: “Porque fuí responsable con mis asuntos y organicé todo antes de mi muerte.”

Yo: “¿Y tu esposa?”

Él: “Triste, pero consolada por el amor de nuestros hijos”

Yo: “¿Cómo eso te hace sentir?”

Él: “En paz.”

Ahora bien, te pido a ti, lector de esta columna, que visualices las áreas de tus finanzas personales en la cual no has hecho lo que sabes que deberías hacer.  Visualiza tu futuro y pregúntate lo siguiente:

¿Cómo se siente decirle a tu hijo que no tienes el dinero para pagar sus estudios universitarios porque se gastó en caprichos?

¿Cómo se siente estar jubilado, sin suficiente dinero para pagar tus gastos mensuales y tener que ser una carga más para tus hijos?

¿Cómo se siente saber que tu cónyuge e hijos, luego de tu muerte, tuvieron que bajar su nivel de vida porque no tienen suficientes ingresos?

¿Cómo se siente saber que estás ahorrando para tu futuro, que todos tus asuntos están en orden y que si algo te pasara tus seres queridos estarían protegidos y que nunca les faltaría los recursos para vivir tranquilamente?

Espero que este artículo te haya dado una herramienta que te sirva para tomar mejores decisiones hoy en día y para que empieces todas esas tareas/actividades importantes que has estado evitando hacer.

 

Escrito por Joey Levy, publicado en La Prensa,  22 de julio e de 2017

https://impresa.prensa.com/economia/Dolor-postergado-decidir_0_4807769263.html

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